martes, 25 de junio de 2013






     Con una hermosa postal de verano nos despedimos hasta septiembre, no sin antes desearles un muy feliz verano.
     Hoy quiero regalarles un microcuento, gracias a Tere que fue mi fuente de estímulo....

 

Adul-Laya



Los juegos se repetían una y otra vez, las risas se cruzaban con el zumbido del vaivén de las olas. Un ligero ronroneo de una pequeña embarcación les hizo levantar la vista descubriendo una lancha llena de herrumbre por los costados. Algo llamó la atención del pequeño Adul-Laya. Unas piernas alargadas saltaron a la arena, acompañándolas, unas amplias redes se divisaron en el agua. Allí estaban saltando de un lado a otro, como queriendo escapar de un destino previamente escrito.
Los ojos del pequeño Adul-Laya se abrieron como persianas, apenas pestañeaba, su boca se hacía agua solo de pensar en el presagio y el fortunio de aquella tarde. Corrió con decisión, quería ser de los primeros, aquellos bien hallados ayudarían en los quehaceres de aquella barcaza y como recompensa obtendrían el alimento de varios días. 

Las palabras de su madre retumbaban en su cabeza, ¡hoy es un día de suerte! pensó. Su respiración estaba agitada, llegó a los pies de aquel hombre esperando respuesta, una señal que le indicará el comienzo. Lo había visto tantas veces pero nunca se acercaba lo suficiente. Alzó la mirada, vio la señal reflejada en aquel rostro y tiró, soñando con la comida.


No hay comentarios:

Publicar un comentario