viernes, 23 de mayo de 2014

El verano que murió Chavela


En esta ocasión hemos elegido el libro " EL VERANO QUE MURIÓ CHAVELA" de José Luis Correa. Es profesor de Didáctica de la Lengua y la Literatura en la Universidad de las Palmas de Gran Canaria.

Tras una breve etapa como autor de relatos cortos, en la que obtiene algunos premios como el Julio Cortázar (La Laguna, 1998) o el Campus (Las Palmas de Gran Canaria, 1999), se instala definitivamente en la novela con títulos como Me mataron tan mal (Premio Benito Pérez Armas, 2000) y Échale un ojo a Carla (Premio Vargas Llosa, 2002). Con la novela Quince días de noviembre (2003) irrumpe en el género negro e inicia la serie que tiene como protagonista a Ricardo Blanco, que continuará con Muerte en abril (2004), Muerte de un violinista (2006), Un rastro de sirena (2009) y Nuestra Señora de la Luna (2012), todas ellas publicadas en Alba. La obra de Correa ha traspasado nuestras fronteras y ha sido traducida al alemán, italiano y finlandés.



Todos los muertos deberían valer lo mismo. Sin embargo, en tiempo de crisis hay muertos y muertos. Cuando aparece en un callejón de la Isleta el cuerpo sin vida de un extranjero con un agujero de bala en la nuca la policía de Las Palmas de Gran Canaria no tiene por dónde empezar. Si, además, resulta que ese extranjero no es americano ni alemán ni inglés y que ese cuerpo no lo reclama nadie, la investigación se va ralentizando hasta casi el marasmo. Así que, tras una cena en la que la mujer del inspector Álvarez le lanza el guante, Ricardo Blanco regresa a la investigación de un crimen.

Por el camino se topará con los restos de una guerra que se remonta a veinte años atrás entre bosnios y serbios. La identidad del muerto, la extraña voladura en una obra en construcción, la aparición de un viejo veterano del sitio de Sarajevo y la desaparición de un poeta libanés que asiste a un Congreso de Literatura son los ingredientes con los que José Luis Correa construye la séptima entrega de la saga de su detective canario. En esta ocasión, resurge la figura de una agente de policía que colaborará en la resolución del caso. De fondo, la ciudad en agosto, el estilo socarrón y desenfadado y la forma de narrar tan personal de Correa rematan El verano que murió Chabela.

Con Millás una tarde más


Una bonita y agradable tarde para comentar el libro de Juan José Millás. Muchas gracias a todos y a todas  por esos comentarios tan acertados que nos centran en el diálogo cuando hacemos esas maravillosas interpretaciones de la obra elegida.

Aquí les dejo un artículo y algo más...., ¡DISFRUTEN! 




Una cabeza saturnal


En el océano de materia gris que llamamos cerebro bulle también un mar de ideas y obsesiones que, siendo diferentes en cada uno, resultan idénticas observadas en conjunto


¡Qué calidad de caja ósea, de cráneo! Sin ­embargo, es una de las lunas de Saturno, de nombre Encélado. Debajo de su corteza hay una especie de océano productor de manantiales de vapor que escapan por esas finas grietas que se aprecian en la imagen. Pura actividad mental. En el océano de materia gris que llamamos cerebro bulle también un mar de ideas y obsesiones que, siendo diferentes en cada uno, resultan idénticas observadas en conjunto. Si pudiéramos tomar todos los cerebros humanos existentes y amasarlos en uno solo y luego protegerlo con una calavera gigante, quizá esa cabeza alcanzara el tamaño de la luna de Saturno. Una cabeza saturnal, podríamos decir, en la que cada yo se habría diluido en una individualidad de mayor signo. ¿Qué ideas escaparían, a modo de géiseres, por las junturas del casco protector? ¿Qué obsesiones? ¿Qué miedos? Seguramente, las mismas ideas y las mismas obsesiones y los mismos miedos que nos atacan a usted y a mí en particular. Lo veo en el metro, al contemplar las cabezas de mis contemporáneos. A veces, he de cerrar los ojos porque no soporto hallar en sus rostros las preocupaciones que envejecen el mío. Y al cerrarlos, veo a mi propio cráneo flotando en el espacio, como esa luna de Saturno recién salida de un tratamiento de quimioterapia. El pánico me obliga a abrirlos y entonces miro hacia el suelo y observo los zapatos e imagino que pudiéramos construir un solo par de zapatos sucios, aunque enormes, en los que cupiera la suma de todos nuestros pies. Un pie gigante para acabar con la cucaracha formidable que viene dominándonos.

domingo, 18 de mayo de 2014

El próximo jueves 22 de mayo, sobre las 17 horas, nos volveremos a encontrar en la cafetería Ébano Café, en el Puerto de La Cruz para comentar el libro "La mujer loca".